Una mujer embarazada muestra la tarjeta de vacunación contra el covid-19 en Bogotá, el 23 de julio de 2021 ( AFP / Raúl Arboleda)

Las afirmaciones falsas de la neumonóloga argentina María Mirande en un video viral

  • Este artículo data de hace más de un año.
  • Publicado el 3 de septiembre de 2021 a las 20:28
  • 12 minutos de lectura
  • Por Ana PRIETO, AFP Argentina
Los consejos de la neumonóloga argentina María Mirande sobre “usar el sentido común” y no vacunarse contra el covid-19 debido a los “muchísimos” efectos adversos graves notificados se han difundido en un video compartido más de 2.500 veces en redes sociales desde el 21 de agosto pasado. Pero esas y otras afirmaciones se basan en teorías conspirativas e interpretaciones sesgadas de la información disponible sobre las vacunas.

“Aunque sea lamentable, fue para nosotros una grata sorpresa ver los efectos adversos [de las vacunas] porque tenemos de qué hablar y de qué notificar a los pacientes”, dice la neumonóloga en un video compartido en Facebook (1, 2), Twitter (1, 2) y Telegram (1, 2).

La secuencia, que circula en una versión de ocho minutos de duración y otra de cuatro, es parte de una entrevista más larga emitida el 19 de agosto pasado por Toda la Verdad Primero, un canal digital argentino que ha difundido desinformación sobre temas de salud a lo largo de la pandemia. AFP Factual ya ha verificado varias de sus emisiones (1, 2, 3).

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Captura de pantalla de una publicación en Twitter hecha el 1 de septiembre de 2021

Mirande, habilitada para el ejercicio de la profesión en la provincia de Tucumán, dio una entrevista en julio pasado para un medio local, que también fue analizada por la AFP.

A continuación, la verificación de las principales afirmaciones del video viral:

Otra vez la terapia génica

Mirande insiste en que las vacunas son una forma de “terapia génica”, afirmación falaz que ya ha verificado AFP Factual (1, 2).

“La terapia génica es un procedimiento terapéutico que se ha intentado mayormente a nivel experimental”, dijo aquí a la AFP Juan Sabatté, médico y doctor en microbiología e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, CONICET, en Argentina. “Allí, a través de diferentes procesos de ingeniería genética [se intenta] insertar un gen de interés dentro del genoma humano”, explicó.

Esto no es lo que hacen las vacunas contra el covid-19, cuyo único fin es lograr que el sistema inmunológico cree anticuerpos contra el virus SARS-CoV-2, y no tiene incidencia alguna en el genoma, como ya verificó la AFP en varias oportunidades (1, 2).

Dos tipos de vacunas contra el covid-19 que utilizan plataformas novedosas han sido acusadas de modificar el ADN: las de ARN mensajero (ARNm) como Pfizer y Moderna, y las producidas con vectores de adenovirus, como Sputnik V y AstraZeneca. El objetivo de ambas es dar instrucciones a nuestras células para que fabriquen la proteína “espiga” (S) del SARS-CoV-2. Esa proteína será reconocida como “extraña” por el sistema inmunológico, que producirá anticuerpos para combatir la infección.

Ninguna de estas vacunas tiene incidencia en el genoma. Como explicó en esta verificación la doctora María Victoria Sánchez, investigadora del Laboratorio de inmunología y desarrollo de vacunas de IMBECU-CCT-CONICET, Argentina, en el caso de las vacunas de ARNm, “el proceso se lleva a cabo en el citoplasma, no en el núcleo de la célula. El ARN mensajero no puede ‘meterse’ en nuestro ADN”.

Respecto de las vacunas basadas en vectores de adenovirus, Federico Prada, director del Decanato de la Facultad de Ingeniería y Ciencias - UADE, Universidad Argentina de la Empresa, aclaró en esa oportunidad que estos “no tienen capacidad integrativa”: “No se incorporan al genoma sino que se mantienen en una estructura que se conoce como forma episomal. (...) Decir que la utilización de estos vectores supone una modificación o manipulación del genoma es erróneo”.

Además, la supuesta alteración del ADN tras la inmunización fue incluida por los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) en su lista de mitos sobre las vacunas contra el covid-19.

Sí se conocen los componentes de las vacunas

Según Mirande, lo que se sabe acerca de los componentes de las vacunas contra el covid-19 es gracias a información “que se ha ido filtrando” y a “distintos estudios” que no cita.

Sin embargo, los componentes de las vacunas actualmente disponibles contra la enfermedad no son secretos. Cualquier interesado puede consultar los de Pfizer, Moderna, Johnson & Johnson, AstraZeneca, Sputnik V o Sinopharm, por dar algunos ejemplos.

Teorías acerca de "ingredientes" sospechosos o secretos en las inmunizaciones contra el covid-19 comenzaron a circular meses antes de la aprobación de emergencia de las primeras vacunas, en diciembre de 2020. AFP Factual ya verificó afirmaciones de que contendrían grafeno, óxido de grafeno y componentes magnéticos”.

Las vacunas sí cumplieron con las fases requeridas para su aprobación

Mirande asegura que las vacunas no culminaron la fase de estudios en animales antes de ser inoculadas en la población. Esto también es falso.

Todas las vacunas contra el covid-19 actualmente disponibles han pasado por la fase preclínica en animales y por las fases de ensayos clínicos en humanos.

El sitio COVID19 Vaccine Tracker de la Universidad McGill de Montreal, Canadá, muestra en qué etapa clínica se encuentra cada vacuna, incluyendo las ya aprobadas para su uso de emergencia y las que se encuentran en estudio. Todas atravesaron la fase preclínica en animales antes de iniciar la primera fase de ensayos en seres humanos.

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“En el pasado, las vacunas tardaban años, o a veces décadas, en desarrollarse y probarse antes de que se dispusiera de pruebas suficientes para demostrar que eran seguras y eficaces”, se lee en el sitio COVID19 Vaccine Tracker, a cargo del Departamento de Epidemiología y Bioestadística de la Escuela de Población y Salud Global de la Universidad McGill. “La lentitud del proceso de desarrollo de vacunas se convirtió en la norma debido a la falta de financiación adecuada para avanzar más rápidamente, a la insuficiencia de recursos para acelerar los plazos y al hecho de que solo un pequeño número de investigadores y empresas trabajaban en el desarrollo de vacunas”, detalla.

Sin embargo, se explica que con la llegada de la pandemia de covid-19 la necesidad de desarrollar una vacuna se convirtió en una prioridad máxima para “muchos países, empresas, grupos de investigación y organizaciones sanitarias”. Por ese motivo el proceso de desarrollo tuvo un empuje sin precedentes, que aprovechó años de investigación previa sobre virus relacionados y sobre formas más rápidas de fabricar vacunas.

Síndrome de Guillain-Barré, microtrombosis, miocarditis

Sin ofrecer evidencias ni un respaldo institucional, la neumonóloga asegura que en su consultorio recibe “casi todos los días” a personas con distintas patologías derivadas de la vacunación, entre ellas el síndrome neurológico de Guillain-Barré (SGB), miocarditis y microtrombosis.

Los casos de miocarditis (inflamación del músculo miocardio del corazón) y trombosis (formación de coágulos en el interior de un vaso sanguíneo) en personas vacunadas son raros, pero pueden ocurrir, como ya verificó AFP Factual en otras oportunidades (1, 2).

No obstante, el riesgo de desarrollar miocarditis tras una infección por covid-19 es mucho mayor que tras vacunarse. Ya en marzo de 2020, la Sociedad Argentina de Cardiología advertía acerca de las complicaciones cardiovasculares relacionadas con la enfermedad viral.

Lo mismo cuenta para la microtrombosis. El covid-19 conduce a un riesgo varias veces mayor de coágulos sanguíneos y trombosis venosa cerebral que las vacunas disponibles.

Respecto del SGB, en julio pasado, la agencia que regula los medicamentos en Estados Unidos (FDA) actualizó sus advertencias sobre la vacuna de Johnson & Johnson para incluir información sobre un "aumento del riesgo" de contraer el síndrome.

De 12,5 millones de dosis administradas, la FDA identificó 100 casos de SGB que podrían estar relacionados con la vacunación. El posible vínculo está siendo monitoreado por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, sin confirmación de momento.

La Agencia Europea de Medicamentos (EMA) advirtió también sobre una posible relación entre la vacuna de AstraZeneca y el SGB, luego de que se reportaran 227 casos sospechosos de ese síndrome entre los cerca de 51,4 millones de europeos vacunados con dosis de AstraZeneca al 20 de junio. La EMA pide a médicos y pacientes estar alerta a los signos para un diagnóstico temprano, mientras sigue estudiando el vínculo.

El SBG es un trastorno neurológico en el que el sistema inmunológico del cuerpo daña las células nerviosas, provocando debilidad muscular o, en los casos más graves, parálisis. Afecta a un estimado de 3.000 a 6.000 personas cada año en Estados Unidos y la mayoría se recupera.

“Casi 40.000 muertes”

La neumonóloga Mirande asegura que, de acuerdo con el VAERS (el Sistema de Notificación de Reacciones Adversas a las Vacunas de Estados Unidos), ha habido más de 1.052 abortos espontáneos, casi 40.000 muertes por vacunas y “más de 3.580.000 efectos adversos graves por estas inoculaciones” en ese país.

Sin embargo, las cifras mencionadas por Mirande no se corresponden con las que maneja el VAERS. Al 23 de agosto de 2021, con más de 363 millones de dosis administradas en Estados Unidos, se habían notificado al sistema 6.968 muertes, no 40.000. Es preciso tener en cuenta, no obstante, que esa notificación no supone una correlación entre la recepción de una vacuna y el fallecimiento.

El sistema recibe informes de eventos y reacciones adversas que se producen tras la vacunación de parte de profesionales sanitarios, fabricantes de vacunas y el público en general.

“Aunque son muy importantes para controlar la seguridad de las vacunas, los informes del VAERS no pueden utilizarse por sí solos para determinar si una vacuna ha causado o contribuido a un acontecimiento adverso o a una enfermedad”, se lee en el sitio. “Los informes pueden contener información incompleta, inexacta, coincidente o no verificable. En gran parte, los informes al VAERS son voluntarios, lo que significa que están sujetos a sesgos. Esto crea limitaciones específicas en el uso científico de los datos”, asegura.

AFP Factual no encontró registro de los supuestos 1.052 abortos espontáneos que denuncia Mirande. Pero como se explicó en esta verificación, los CDC, que sistematizan la información del VAERS, no han identificado una tendencia que indique que hay más abortos espontáneos que lo habitual tras la inmunización contra el covid-19 y que afectan entre un 10 y 20 por ciento de los embarazos confirmados.

Si bien los datos sobre la seguridad de las vacunas en personas embarazadas son todavía limitados, los CDC afirman que estas corren un mayor riesgo de enfermar gravemente a causa del covid-19.

En Argentina, el Ministerio de Salud recomienda a las personas gestantes vacunarse y, de momento, no se han notificado casos de abortos espontáneos post vacuna de acuerdo con los Informes de seguridad en vacunas de la entidad.

AFP desconoce de dónde extrajo Mirande la cifra de “3.580.000 efectos adversos graves” supuestamente notificados al VAERS. Como también apuntan los CDC, los efectos adversos graves tras la vacunación contra el covid-19 pueden producirse, pero son poco frecuentes.

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Una mujer recibe una dosis de una vacuna contra el covid-19 en Canelones, Uruguay, el 26 de mayo de 2021 ( AFP / Eitan Abramovich)

No hay evidencia de que las vacunas afectan la sincitina

Mirande se hace eco de una desinformación ya verificada por AFP Factual: que las vacunas afectan la sincitina, una proteína clave en la formación de la placenta.

Según Mirande, la proteína "espiga" que se genera tras recibir una vacuna de ARN mensajero o de vectores de adenovirus, es igual a las sincitinas y, por ello, tras recibir una vacuna, se corre el riesgo de que el sistema inmunológico ataque a estas proteínas, con la consecuente pérdida del embarazo.

Ya en diciembre pasado, Kenneth Witwer, profesor de patología y neurología molecular y comparativa en la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, Estados Unidos, negó a la AFP que la proteína espiga del SARS-CoV-2 y las sincitinas fuesen iguales, y que los anticuerpos generados contra el SARS-CoV-2 puedan actuar sobre ellas.

El especialista explicó a la AFP que la identidad de secuencia (el porcentaje de coincidencias de aminoácidos entre la sincitina-1 y el SARS-CoV-2) es insignificante: “Podemos pensar en las proteínas como párrafos de un texto, utilizando un ‘alfabeto’ de aminoácidos de 20 letras. La sincitina-1 tiene 538 letras. La proteína espiga tiene 1.273 letras. No hay una superposición significativa de ‘letras’ entre esas proteínas. Afirmar que las dos proteínas son idénticas o casi idénticas es como tomar dos párrafos de dos textos diferentes y afirmar que en realidad son el mismo párrafo simplemente porque la palabra ‘y’ aparece en ambos”.

Asimismo descartó que los anticuerpos generados contra el SARS-CoV-2 puedan actuar sobre la sincitina-1 o la sincitina-2, ya que las sincitinas y la proteína espiga tienen dos o tres aminoácidos en común, mientras que los anticuerpos reconocen secuencias de cinco a diez aminoácidos. “Es muy poco probable que los anticuerpos generados contra el nuevo coronavirus reconozcan a las sincitinas”, concluyó.

Sí se puede cursar el covid-19 sin síntomas

Mirande asegura que hablar de personas asintomáticas “es una ridiculez”. AFP Factual ya verificó afirmaciones similares en varias oportunidades (1, 2, 3).

Un paciente asintomático es alguien que “se contagia de la enfermedad, pero no presenta síntomas de ningún tipo”, explicó el médico inmunólogo Arturo Borzutzky, docente en la escuela de medicina de la Universidad Católica de Chile.

Esa ausencia de síntomas depende, detalló, de múltiples factores como la edad y eficiencia del sistema inmunológico, entre otros.

“Hay muchísima evidencia que muestra que los asintomáticos y los presintomáticos pueden transmitir el virus”, dijo en esta verificación el virólogo uruguayo Álvaro Fajardo, doctor en Ciencias Biológicas e investigador en el Laboratorio de evolución experimental de virus del Instituto Pasteur de Montevideo.

“Evidentemente no lo transmiten con tanta eficiencia, porque al no tener síntomas no tosen o estornudan, pero se ha demostrado que pueden tener cargas virales suficientes para contagiar. Por lo tanto, frente a cualquier indicio de que la persona está infectada tiene que aislarse. Entiendo que es incómodo, pero es lo más prudente y lo mejor que puede hacerse para contener la enfermedad”, concluyó.

De acuerdo con dos estudios sistemáticos, uno que data de septiembre de 2020 en Suiza, el 20% de las personas con infecciones por SARS-CoV-2 no desarrollarán síntomas. Otro de diciembre del mismo año en Australia concluyó que sería el 17%. Ambos documentos coinciden en que los estudios sobre la transmisión asintomática deben continuar y en que, a pesar de que el contagio parece menor en comparación a la transmisión sintomática, las medidas de contención y prevención deben continuar vigentes.

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