Los vacunados no quedan “patentados” ni pierden sus derechos, como dijo una médica argentina

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  • Publicado el 25 de enero de 2022 a las 17:12
  • 5 minutos de lectura
  • Por Ana PRIETO, AFP Argentina
En un video compartido más de 2.000 veces en redes sociales desde el 19 de enero de 2022, la médica argentina Chinda Brandolino asegura que las vacunas contra el covid-19 modifican el genoma humano y quienes las reciben son “propiedad” de quien patentó dicha modificación. También afirma que, de acuerdo con el derecho internacional, los vacunados “pierden sus derechos humanos”. Pero las afirmaciones son falsas: ni las vacunas alteran el ADN ni los vacunados “pertenecen” a los creadores de las vacunas.

La secuencia dura dos minutos y medio, y circula en Facebook (1, 2), Twitter (1, 2) y TikTok (1, 2). Forma parte de la presentación de Brandolino en la llamada “Conferencia Internacional Médicos por la Verdad, Derechos Humanos y Salud”, organizada en julio de 2021, en Barcelona. El evento reunió a distintos referentes de la organización autodenominada “Médicos por la Verdad”, que ha difundido desinformación sanitaria a lo largo de la pandemia.

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Captura de pantalla de una publicación en Facebook hecha el 24 de enero de 2022

Vacunas y genoma

Brandolino asegura que las vacunas “con adenovirus” contra el covid-19 alteran el genoma humano. Esta afirmación es falsa y AFP Factual la ha verificado en varias oportunidades (1, 2, 3).

Las vacunas disponibles contra la enfermedad que utilizan vectores de adenovirus son la Sputnik V, del laboratorio ruso Gamaleya, la de Oxford/AstraZeneca y la Janssen de Johnson & Johnson.

Estas inmunizaciones llevan un adenovirus modificado genéticamente para que no pueda replicarse en el organismo humano ni lo enferme. Éste transporta instrucciones para que las células fabriquen la proteína “espiga’” del nuevo coronavirus. Una vez fabricada, el sistema inmunológico reconocerá dicha proteína como "extraña", lo que inducirá la producción de anticuerpos.

A diferencia de lo que asegura Brandolino, estas vacunas "no interfieren de ninguna manera con el material genético de nuestras células", dijo a AFP Factual Javier Farina, director del Comité de Infectología Crítica de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva, para esta verificación.

Estos adenovirus "no tienen capacidad integrativa, es decir, no se incorporan al genoma sino que se mantienen en una estructura que se conoce como forma episomal", explicó a su vez en abril de 2021 Federico Prada, director del Decanato de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Exactas - UADE (Universidad Argentina de la Empresa). "Decir que la utilización de estos vectores supone una modificación o manipulación del genoma es erróneo".

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Una mujer recibe una dosis de la vacuna de Oxford/AstraZeneca el 4 de enero de 2022, en Ciudad de México ( AFP / Alfredo Estrella)

¿"Transhumanos", patentados y sin derechos?

"En el 2013 la corte de Estados Unidos se expidió diciendo que el ADN humano, el genoma humano no se puede patentar porque es producto de la naturaleza, pero si está alterado genéticamente se patenta", afirma Brandolino. "Cuando ustedes con una vacuna con adenovirus modifican el genoma, esa persona vacunada ya es una persona transgénica, transhumana, y por lo que legalmente en el derecho internacional consta, será propiedad del dueño de la patente [de la vacuna]", insiste.

La doctora María Victoria Sánchez, investigadora del Laboratorio de inmunología y desarrollo de vacunas de IMBECU-CCT-CONICET, Argentina, descartó que los laboratorios se "adueñen" de las personas tras vacunarlas.

"Las empresas sí tienen la patente de su vacuna", dijo a la AFP en junio de 2021. Esto, sin embargo, no significa que "patenten" o "tomen posesión" de quienes las reciben, aclaró.

Además, ni el derecho internacional ni la Declaración Universal de los Derechos Humanos hacen referencia a una supuesta pertenencia del vacunado al laboratorio que tiene la patente del inmunizante, ni tampoco al supuesto recorte de derechos de la "persona transhumana".

Las afirmaciones de Brandolino constituyen una interpretación especulativa del pensamiento transhumanista, que se basa en la premisa de que la especie humana puede transformarse mediante el desarrollo y la disponibilidad generalizada de tecnologías que mejoren sus capacidades intelectuales, físicas y psicológicas.

Al respecto, AFP Factual consultó para esta verificación a Joseph Carvalko, profesor de Derecho, Ciencia y Tecnología y Bioética en la Era de la Aceleración Tecnológica en la Universidad de Quinnipiac, y presidente del Grupo de trabajo sobre Tecnología y Ética del Centro Interdisciplinario de Bioética de la Universidad de Yale.

Carvalko, quien ha escrito extensamente sobre patentabilidad y transhumanismo (1, 2), dijo a la AFP que las vacunas tienen como objetivo ayudar al sistema inmunitario a desarrollar una protección contra una enfermedad. A diferencia de las inyecciones y las jeringas en sí, que pueden tener numerosos propósitos, el objetivo de las vacunas es inequívoco, enfatizó.

Carvalko detalló que, en efecto, en 2013, el Tribunal Supremo estadounidense en el caso Association for Molecular Pathology versus Myriad Genetics, Inc., dictaminó que un gen natural (en el caso del litigio, el gen BRCA) aunque recién descubierto, no era patentable, ya que se encontraba en la naturaleza. En cambio sí permitió que un nuevo gen complementario del ADN, el ADNc, desarrollado mediante procesos de laboratorio, fuese patentado.

"Dicho esto, la legislación estadounidense prohíbe las patentes sobre organismos humanos, fetos y embriones (...) Pero nada restringe categóricamente el patentamiento de procesos o productos de ingeniería genética", puntualizó.

Esto no significa, no obstante, que las personas vacunadas sean propiedad del dueño de la patente de una vacuna producida mediante ingeniería genética, como las que utilizan vectores virales o las de ARN mensajero. El especialista dijo desconocer casos en la historia humana en los que una persona a la que se le ha hecho una intervención medicamentosa se convierta en "propiedad" del titular de su patente.

"Las patentes solo son útiles si el propietario puede impedir que otros fabriquen, utilicen o vendan, es decir, empleen el artículo patentado", explicó, y puntualizó que en el caso de las vacunas, lo que se patenta son sus componentes, no la persona que la recibe.

Las vacunas Sputnik V, Oxford/AstraZeneca y Janssen recibieron sus primeras autorizaciones para uso de emergencia a principios de 2021. Millones de dosis habían sido suministradas alrededor del mundo hasta enero de 2022 y no hay registro alguno de supuestas acciones de los laboratorios para restringir los derechos de las personas vacunadas o "apropiarse" de ellas, como afirma Brandolino.

AFP Factual ya ha verificado desinformación difundida por Chinda Brandolino acerca del covid-19 y sus vacunas (1, 2, 3, 4).

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