Un trabajador de la salud recibe una dosis de la posible vacuna Sinovac Biotech contra el COVID-19, Estambul, 9 de octubre de 2020 ( Yasin Akgul / AFP)

Las vacunas para prevenir el covid-19 no están diseñadas para incidir en la fertilidad

  • Este artículo data de hace más de un año.
  • Publicado el 25 de noviembre de 2020 a las 18:23
  • Modificado el 26 de noviembre de 2020 a las 20:50
  • 11 minutos de lectura
  • Por Ana PRIETO, AFP Argentina
Desde fines de octubre pasado se han multiplicado en redes sociales textos, videos y memes que aseguran que “la vacuna” en investigación para prevenir el covid-19 es “transgénica” y desencadenará una esterilización masiva entre varones. Las publicaciones, compartidas miles de veces, no aclaran de qué vacuna en estudio se trata, aunque algunas aluden a las basadas en ARN mensajero. Sin embargo, los argumentos utilizados para “demostrar” que dicha vacuna esterilizará a quienes las reciban son falaces, de acuerdo con expertos en inmunología y genética consultados.

El 21 de octubre pasado, la médica legista argentina Chinda Brandolino, autodenominada “médica por la verdad”, publicó en Facebook una larga carta dirigida a los senadores de su país en la que alerta sobre la vacuna para prevenir el covid-19, a la que califica de “terapia transgénica” y “aberrante fraude científico”.

En el texto, compartido más de 9.600 veces, Brandolino afirma que el objetivo de la vacuna es hacer que las células sinteticen la llamada “enzima convertidora de angiotensina 2” (ACE2, una enzima presente en varios tejidos del cuerpo humano) para que el sistema inmunológico fabrique anticuerpos contra ella. Como hay receptores de esta enzima en los testículos, afirma, los anticuerpos generados por la vacuna los atacarán, esterilizando a los hombres que la hayan recibido.

Un fragmento de esa carta comenzó a circular como meme un día después (1, 2) y fue compartido más de 8.000 veces.

El 26 de octubre, las mismas afirmaciones fueron publicadas en un video (1, 2) de cerca de dos minutos de duración, relatado por Brandolino y replicado más de 26.000 veces en Facebook y Twitter. El video también llegó al WhatsApp de la AFP para su verificación.

Al día siguiente comenzó a circular un texto (1, 2) en el que se asegura que la vacuna de ARNm “circula por la sangre hasta encontrar un receptor de enzima ACE2, que existe principalmente en los testículos”. En la publicación, compartida más de 1.000 veces, se afirma que “el 97% de los varones inoculados van a quedar estériles”, lo mismo que “el 45% de las niñas”.

Nuevamente sin aclarar de qué vacuna en investigación se trata, un meme que llegó al WhatsApp de AFP Factual el 30 de octubre asegura que la misma “es transgénica” y que el “97% de los ratones de prueba quedaron estériles”. El meme también ha circulado en Facebook (1, 2).

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Captura de pantalla de una publicación en Facebook realizada el 2 de noviembre de 2020

Sin embargo, los argumentos que las publicaciones utilizan para afirmar que la vacuna es “transgénica” y que provocará infertilidad responden a una comprensión errónea tanto del funcionamiento de las vacunas como del proceso necesario para crear organismos genéticamente modificados.

Al 24 de noviembre había 48 vacunas candidatas para prevenir el covid-19 en fase clínica y 164 en fase preclínica, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS). Entre ellas, 11 se encontraban en la fase 3 de ensayos en seres humanos, y ninguna había sido aprobada aún para su uso, distribución y comercialización. 

Origen de la desinformación

En su carta, Brandolino dice que sus palabras se basan en el informe “Cronología Target Vacuna contra COVID-19” de la “Junta Argentina de Revisión Científica”. Tras una búsqueda en la base de datos del Registro Nacional de Sociedades, AFP Factual encontró que dicha entidad no tiene personería jurídica. Tampoco cuenta con sitio web, y solo tiene existencia en redes sociales.

Dicho informe, publicado en julio de 2020 y disponible en PDF en el perfil de Facebook de la “Junta”, está firmado, entre otros, por Luis Marcelo Martínez, un genetista argentino cuyas afirmaciones acerca de las vacunas basadas en vectores de adenovirus fueron verificadas por la AFP en septiembre pasado.

El documento, que no ha sido sometido a revisión por pares ni a ningún otro procedimiento estándar para evaluar la calidad e idoneidad de una publicación científica, advierte en su presentación que contiene “devastadoras conclusiones sobre el actual desarrollo de la vacuna para el virus SARS-COV-2”.

Allí se afirma que la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2) -el receptor que facilita el ingreso del nuevo coronavirus a las células- no se encuentra en el tejido pulmonar, sino mayormente en los testículos. También se asegura que la vacuna no creará una respuesta inmune contra el nuevo coronavirus, sino contra esa enzima, provocando su inhibición. Dicha inhibición, sugiere el documento, volverá infértil a quien se vacune.

Pero las afirmaciones son falsas.

Además de los testículos, esa enzima sí se encuentra en los pulmones y otros órganos, como el hígado, los riñones y el corazón. “La ACE2 es una proteína importante para las células humanas. Se encuentra en numerosas células de todo el cuerpo y contribuye a funciones vitales como la regulación de la presión arterial”, explicó a AFP Factual Kenneth Witwer, profesor de patología y neurología molecular y comparativa en la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos. 

El especialista descartó que las vacunas en desarrollo para prevenir el covid-19 fuesen capaces de crear una respuesta inmune que “ataque” a esa enzima, como sugiere el informe de la “Junta Argentina de Revisión Científica” y las publicaciones virales.

“El cuerpo humano tiene sistemas muy robustos para identificar las proteínas como ‘propias’ (como el ACE2 humano) o como ‘extrañas’ (como la proteína ‘espiga’ del nuevo coronavirus)”, dijo.

“La enzima convertidora de angiotensina 2 es el objetivo celular o ‘target’ del SARS-CoV-2. La ACE2 interactúa con la proteína ‘espiga’ del nuevo coronavirus para que este pueda entregar su carga infecciosa a la célula”, explicó Witwer.

Javier Farina, director del Comité de Infectología Crítica de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva, concuerda. “El SARS-CoV-2 utiliza el receptor ACE2, que está en múltiples órganos del cuerpo humano, no solo en los testículos, para ingresar a la célula”, indicó a AFP Factual.

Vacunas basadas en ingeniería genética

Las vacunas en estudio para prevenir el covid-19 han sido objeto de numerosas desinformaciones a lo largo de la pandemia. AFP ya ha verificado afirmaciones como que estas contendrán un microchip, que se “activarán” de manera remota y que modificarán el ADN.

En particular, las vacunas que han sido foco de más falsedades son las basadas en ARN mensajero (ARNm), como la mRNA-1273, de Moderna/NIAID, y las producidas con vectores de adenovirus, como la denominada ChAdOx1 de AstraZeneca/Universidad de Oxford. Ambas utilizan ingeniería genética para generar una respuesta inmunitaria, a diferencia de las vacunas tradicionales, que emplean virus atenuados o inactivos, o toxinas inactivadas.

El objetivo de estas vacunas no es crear defensas contra la enzima convertidora de angiotensina 2, como afirman las publicaciones virales, sino darle al organismo instrucciones para que fabrique la proteína “espiga” del SARS-CoV-2.

“Esa nueva proteína será reconocida como extraña por el sistema inmunológico, que ‘montará’ lo que se llama una respuesta inmune de memoria”, explicó a AFP Factual la doctora María Victoria Sánchez, investigadora del Laboratorio de Inmunología y Desarrollo de Vacunas de IMBECU-CCT-CONICET, Argentina. “Cuando hay un nuevo encuentro con el patógeno, esa respuesta inmune será capaz de reconocerlo y lo atacará más eficientemente”, concluyó.

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¿Una vacuna que sintetiza una enzima?

Tanto en su carta al Senado argentino como en su video, Brandolino va más allá de lo que dice el informe de la “Junta Argentina de Revisión Científica”, y asegura que será la propia vacuna la que hará que el organismo fabrique la enzima convertidora de angiotensina 2. De ese modo, afirma, la vacuna entrenará al sistema inmunológico para atacarla.

“Está equivocada al 100%”, dijo Sánchez a AFP Factual. “Las vacunas de ARN mensajero lo que sintetizan es una proteína de SARS-CoV-2, no esa enzima”.

Con ella coincidió Witwer, de la Universidad Johns Hopkins: “Es erróneo. Estas vacunas introducen ARNm para codificar proteínas virales (la ‘espiga’, específicamente). Además no hay evidencia de que las vacunas contra el SARS-CoV-2 generen una autoinmunidad contra el ACE2”, señaló.

¿Esterilización de varones?

Witwer dijo que “el tema de la infertilidad y las vacunas parece surgir con frecuencia en las comunidades antivacunas”.

La inmunóloga Sánchez sostuvo: “No hay bibliografía que avale que una vacuna pueda afectar a la reproducción”. 

“Las células que procesan los antígenos de las vacunas -en este caso la proteína ‘espiga’ del nuevo coronavirus- para lograr la respuesta inmune, se llaman células presentadoras de antígenos”, explicó. “Los testículos no son órganos del sistema inmune capacitados para montar la respuesta inmune; las células presentadoras de antígeno se dirigen a los órganos linfoides para esto; no intervienen de ninguna manera con la espermatogénesis”.

Una de las publicaciones virales asegura que el ensayo de la vacuna (sin especificar cuál)  provocó la infertilidad del 97% de los ratones en estudio. AFP Factual no pudo dar con datos ni evidencias acerca de esa supuesta esterilización en las vacunas en estudio para prevenir el covid-19.

Para explicar por qué no es posible “esterilizar” a los hombres a través de estas vacunas, el doctor Nicolás Torres, del Laboratorio de Inmunopatología del IBYME-CONICET, Argentina, propuso un ejercicio de imaginación:

Farina, a su vez, enfatizó que “cualquier evento adverso asociado a vacunas se determinará con mucha rigurosidad en el estudio de fase 3 de las mismas, que para eso está”.

"Sustancia transgénica"

Varias de las publicaciones virales también aseguran que la vacuna es “transgénica”.

La genetista Gisela Castro, doctora en Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional de Cuyo, Argentina, explicó a AFP Factual que un compuesto transgénico “es un organismo en cuyo ADN se ha introducido un gen extraño, perteneciente a otra especie. Por ejemplo, se inserta un gen de pez en un tomate para mejorar la resistencia de este al frío, modificando así el ADN del tomate”.

“Pero las vacunas no cumplen esa función”, enfatizó Castro. “Las vacunas actúan sobre las células del sistema inmunológico para generar una respuesta de defensa. No se introducen en el ADN de ninguna manera. Si fuera tan fácil modificar el ADN de una persona, estaríamos hablando de un mundo que no sería este; un mundo distópico que no existe”.

Respecto de las vacunas de ARN mensajero, Witwer señaló: “No puedo imaginar ninguna conexión entre las vacunas de ARNm y los organismos genéticamente modificados”.

“Así como una vacuna de ARNm no puede resultar en una modificación genómica de las células expuestas, los organismos transgénicos, como el maíz resistente al gusano de la raíz o la papaya resistente al tizón, no dan como resultado la modificación genética de los animales que los comen”, explicó. “Si nuestras células fueran capaces de asimilar el ARN y el ADN de la dieta, habría una clara evidencia de esto en el genoma humano. Y no hay evidencia de que esto ocurra en absoluto”.

¿Violación del Código de Nuremberg y Declaración de Bioética de la Unesco?

En su carta y su video, Brandolino asegura que “el delito de inoculación de sustancias extrañas o dañinas” viola el Código de Nuremberg y la Declaración de la Unesco sobre vacunas.

El Código de Nuremberg, surgido tras los Juicios de Nuremberg a criminales de guerra tras la Segunda Guerra Mundial, indica que ciertos experimentos médicos en seres humanos pueden ser beneficiosos y “satisfacen -generalmente- la ética de la profesión médica”. Sin embargo, establece que deben cumplirse ciertos principios para que estos procedimientos sean “morales, éticos y legales”.

El primer punto del Código apunta al consentimiento y el resto al derecho de la persona involucrada a conocer los riesgos, duración, propósito y método con el que se va a proceder. 

El doctor Jonathan D. Moreno, profesor de bioética en la Universidad de Pensilvania, explicó a la AFP que el Código de Nuremberg tiene que ver con experimentos humanos y no con vacunas. “Es perfectamente compatible con las vacunas”, enfatizó.

En el mismo sentido, Steven Joffe, académico de ética médica en la misma universidad, indicó que “las vacunas no son de ninguna manera una violación del Código de Nuremberg”.

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Una mujer sostiene carteles en contra de la vacunación durante una protesta en Buenos Aires, el 9 de julio de 2020 (Juan Mabromata / AFP)

La Unesco, por su parte, presentó en 2005 la Declaración Universal de Bioética y Derechos Humanos con el propósito de “proporcionar un marco universal de principios y procedimientos que sirvan de guía a los Estados en la formulación de legislaciones, políticas u otros instrumentos en el ámbito de la bioética”.

En su artículo 6 se lee: “Toda intervención médica preventiva, diagnóstica y terapéutica sólo  habrá de llevarse a cabo previo consentimiento libre e informado de la persona interesada,  basado  en la información adecuada. Cuando  proceda, el consentimiento debería ser expreso y la persona interesada podrá revocarlo en todo momento y por cualquier motivo, sin que esto entrañe para ella desventaja o perjuicio alguno”.

Al respecto, Alvaro Hevia, profesor de bioética en la Escuela de Medicina de la Universidad de Valparaíso, Chile, explicó que este artículo se refiere a intervenciones médicas y a la participación en investigaciones: “En este caso, la vacunación vulneraría este artículo solo si se realizara de manera obligatoria y esa obligatoriedad no estuviera éticamente legitimada”.

Hevia agregó que si una persona al rechazar una vacuna pone en riesgo la salud de otros, se debe priorizar la salud de la población y no la de este individuo en particular.

“Es decir, se valora más la salud pública que la decisión autónoma de un individuo, cuando esa decisión puede poner en riesgo a la población”, añadió.

AFP Factual ya ha verificado otras afirmaciones de la doctora Brandolino, como que el nuevo coronavirus “existió siempre” o que el covid-19 puede “controlarse” con dióxido de cloro.

Al 25 de noviembre se habían reportado más de 59 millones de contagios de covid-19 en todo el mundo, con más de 1.410.000 decesos.

En resumen, es falso que las vacunas en estudio para prevenir el covid-19 puedan compararse a “sustancias transgénicas”. Estas suponen la incorporación de un gen extraño a un organismo con el objetivo de modificar su ADN, algo que no ocurre en las vacunas. Tampoco es posible que “esterilicen” a los varones que las reciban o a mujeres, y es igualmente falso que tienen incidencia alguna sobre la enzima convertidora de angiotensina 2 o generarán una respuesta inmunitaria contra ella, como afirman las publicaciones virales. 

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