Un hombre con mascarilla camina junto a un grafiti en Bogotá el 25 de agosto de 2020 ( AFP / Juan Barreto)

Las afirmaciones falsas sobre el covid-19 del músico argentino Gustavo Cordera en un video viral

  • Este artículo data de hace más de un año.
  • Publicado el 9 de noviembre de 2021 a las 18:29
  • 8 minutos de lectura
  • Por Ana PRIETO, AFP Argentina
“En 2020 se murió menos gente” que en los últimos 20 años, con lo que declarar una pandemia resultó injustificado, sentenció el cantante argentino Gustavo Cordera en una entrevista el 17 de octubre de 2021. En la secuencia, compartida más de 1.000 veces en redes sociales, el músico también asegura que el SARS-CoV-2 no fue aislado y que sin autopsias no es posible determinar si alguien falleció por covid-19. Pero todas estas afirmaciones son falsas, de acuerdo con literatura científica y expertos consultados por la AFP.

“Se ha instalado una pandemia de dudosa veracidad, donde no se ha aislado el virus, o sea, no se sabe si es real o no su existencia”, dice Gustavo Cordera en un video de cinco minutos compartido en Facebook (1, 2), Twitter (1, 2), Instagram y Telegram (1, 2).

El exlíder y cantante de la banda de rock Bersuit Vergarabat agrega que no se sabe de qué han muerto realmente las personas durante la pandemia, ya que “no se pueden hacer autopsias”, y asegura que “en el 2020 se murió menos gente que a lo largo de últimos 20 años”.

Durante el video, describe a las vacunas contra el covid-19 como un “experimento” y sugiere que la crisis sanitaria es un plan de “ingeniería social”.

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Captura de pantalla de una publicación en Facebook hecha el 9 de noviembre de 2021

La secuencia que circula en redes fue extraída de una entrevista más larga emitida el 17 de octubre pasado en el programa Dicen Que Dicen.

A continuación la verificación de las principales afirmaciones del video viral.

El coronavirus sí fue aislado — múltiples veces

La alegación de que el SARS-CoV-2 no ha sido aislado ni secuenciado y que, por lo tanto, la pandemia se sostiene sobre una farsa circula desde 2020, y AFP Factual ya la ha verificado en varias oportunidades (1, 2, 3).

Aislar un virus supone extraerlo de un paciente infectado y propagarlo en un cultivo celular, para su estudio. La secuenciación, por su parte, es un proceso que permite descifrar el código genético de un virus.

El primer artículo científico que dio a conocer el SARS-CoV-2 fue publicado en el New England Journal of Medicine en enero de 2020, y detalla cómo el virus se aisló de pacientes en Wuhan, China, para estudiarlo en cultivos celulares.

“El argumento de que el virus ‘no ha sido aislado’ es de febrero de 2020 y ya fue rebatido infinidad de veces”, dijo a la AFP Álvaro Fajardo, doctor en Ciencias Biológicas e investigador en el Laboratorio de Evolución Experimental de Virus del Instituto Pasteur, Uruguay. “Es como decir que Messi nunca hizo goles o que la Tierra es plana”, graficó, agregando que si el virus nunca hubiese sido aislado no existirían vacunas contra el covid-19 y si nunca hubiese sido secuenciado no podría detectarse mediante la técnica PCR.

No todos los laboratorios tienen capacidad para aislar un virus; se requiere uno con nivel de bioseguridad 3 (BSL3), como el que se encuentra en el Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y Sida, INBIRS, de Argentina.

“En el INBIRS hemos realizado varios aislamientos y hemos secuenciado el genoma de los virus purificados con el objeto de conocer a qué variantes corresponden”, dijo a AFP Factual el médico Juan Sabatté, doctor en microbiología e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). “Numerosos laboratorios en el mundo han aislado y secuenciado el genoma del SARS-CoV-2 y existen ya miles de publicaciones científicas analizando diferentes características del virus”, destacó.

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Células que contienen el SARS-CoV-2 se observan bajo un microscopio en el laboratorio Stabilitech en Burgess Hill, Inglaterra, el 15 de mayo de 2020 ( AFP / Ben Stansall)

Las secuencias del genoma viral obtenidas y publicadas son habitualmente compartidas en sitios de internet tales como GISAID donde, entre el 10 de enero de 2020 y el 8 de noviembre de 2021, se habían registrado 4.937.910 secuencias del genoma de SARS-CoV-2. Además, existen repositorios que comparten gratuitamente informaciones sobre aislamientos virales tales como BEI Resources, dependiente del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos.

Sobre las autopsias

“Como no se pueden hacer autopsias”, dice Cordera, “no se puede saber de qué verdaderamente se muere la gente”.

Si bien las autopsias están desaconsejadas por el riesgo de contagio, no están prohibidas. En marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó directrices para la “gestión segura de cadáveres en el contexto de la covid-19”, procedimientos que fueron actualizados en septiembre de 2021.

En Argentina tampoco se recomiendan exámenes post mortem ante casos probables o confirmados de covid-19, “salvo indicaciones clínicas fundamentadas”, pero no están prohibidos. Para esos casos, el Ministerio de Salud divulgó una serie de recomendaciones para el manejo de los cadáveres.

Por lo demás, no es necesario realizar una autopsia para conocer la causa de muerte de una persona.

Moisés Dib, jefe del Instituto de Medicina Forense de Córdoba, Argentina, explicó a AFP Factual en esta verificación que las autopsias no se hacen necesariamente para determinar la causa de muerte, ya sea por covid-19 u otras patologías.

“Cuando se solicita una autopsia, no es para definir per se lo que le pasó a la víctima, sino para complementar lo que dice la historia clínica o la clínica del paciente”. El especialista agregó que, en ese sentido, la autopsia “es un estudio complementario”.

Dib señaló que, aunque en cada una de las 24 provincias argentinas hay variaciones en cuanto al manejo de las muertes por covid-19, “en la mayoría no se hacen autopsias”, salvo excepciones. “Se han hecho autopsias en las provincias cuando aun siendo muertes naturales había orden judicial y sospecha de algún grado de criminalidad o de la posibilidad de que la persona no haya sido certificada por ningún médico”, detalló.

El marco legal argentino establece que las muertes deben ser certificadas por un médico. Dib explicó que, en el caso del covid-19, para completar correctamente ese documento, además de la causa directa de la muerte, que en general está vinculada a afecciones del sistema respiratorio derivadas de la infección por SARS-CoV-2, se tiene que detallar el papel que jugó la enfermedad. Allí también hay que incluir el resultado del test PCR que se realiza como examen de rutina a personas internadas por virosis, señaló.

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Captura de pantalla realizada el 9 de noviembre de 2021 de la Guía para la Certificación Médica de las Causas de Muerte elaborada por el Centro Argentino de Clasificación de Enfermedades

AFP Factual ya ha verificado la afirmación falsa de que certificar una muerte por covid-19es delito y que solo una autopsia da certeza de la causa de muerte.

¿Menos muertes durante la pandemia que en “los últimos 20 años”?

“No pueden explicar por qué en el 2020 se murió menos gente que a lo largo de los últimos 20 años, y aun así se declaró una pandemia con tan baja incidencia”, asegura el músico. Pero la afirmación es falaz.

En la publicación “Estadísticas Sanitarias Mundiales 2020” de la OMS, se resumen las tendencias de la esperanza de vida y las causas de muerte en 194 países. Allí se lee que la esperanza de vida y la esperanza de vida saludable (EVA) aumentaron en más del 8% a nivel mundial entre 2000 y 2016. En los países de ingresos bajos el aumento de la esperanza de vida se debe en gran medida a la reducción de la mortalidad de los menores de 5 años: de 143 defunciones por 1.000 nacidos vivos en 2000 se pasó a 68 en 2018.

También se afirma que el acceso general a los servicios de salud esenciales mejoró de 2000 a 2017, especialmente en los países más ricos.

Sin embargo, “las crisis generadas por la COVID-19 han puesto de manifiesto lo poco preparados que estaban la mayoría de los sistemas de salud”, se lee en el documento. Y agrega: “Para poder mantener estos progresos hacia el logro de una vida más larga y sana hacen falta unas políticas e intervenciones sanitarias oportunas y eficaces, dirigidas a reducir al mínimo el posible impacto directo o indirecto de la COVID-19 en la esperanza de vida, debido al exceso de mortalidad, y en la EVAS de los diversos grupos etarios de la población, en especial entre los adultos mayores”.

El indicador exceso de mortalidad permite estimar la cantidad adicional de fallecimientos durante la pandemia, comparada con el número de muertes esperadas, para un periodo y región determinados. En 2020, este parámetro mostró crecimientos generalizados a nivel mundial, como muestra el portal estadístico Our World in Data, de investigadores de la Universidad de Oxford.

Solo en Argentina se registró en 2020 una sobremortalidad de 10,6%, lo que corresponde a 36.306 muertes en exceso respecto del período 2015-2019.

En el primer semestre, las muertes estuvieron un 7,9% por debajo de las esperadas para ese periodo. Autoridades del Ministerio de Salud atribuyen tal caída a la disminución de los accidentes de tránsito debido a las medidas de confinamiento para contener la propagación del coronavirus, y a la casi nula circulación de otros virus respiratorios, entre otras posibles causas.

Durante el segundo semestre de 2020, en cambio, hubo más muertes totales respecto del mismo período 2015-2019, con un 25,6% por encima de lo esperado, explicadas por el aumento de casos y fallecimientos asociados al covid-19.

De acuerdo con un estudio publicado en el International Journal of Epidemiology en septiembre de 2021 y realizado en 29 países, incluyendo Estados Unidos, Chile y buena parte de Europa, en 2020 la pandemia de covid-19 provocó pérdidas de esperanza de vida no vistas desde la Segunda Guerra Mundial.

Según datos reunidos y analizados por la OMS, las estimaciones de exceso de mortalidad por covid-19 oscilaron entre 1,34-1,46 millones en las Américas, y entre 1,11-1,21 millones en Europa en 2020. Esta estimación no está disponible para la mayor parte de África, el Mediterráneo Oriental, el Sudeste Asiático y el Pacífico Occidental debido a la falta de datos sistematizados.

A noviembre de 2021, la enfermedad se había cobrado más de 5 millones de vidas alrededor del mundo, con América Latina y el Caribe a la cabeza, si bien el número diario de decesos ha disminuido desde mayo pasado.

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