Los vacunados no quedan “patentados” ni son propiedad de los laboratorios

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  • Publicado el 8 de julio de 2021 a las 16:41
  • Modificado el 8 de julio de 2021 a las 17:59
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  • Por Ana PRIETO, AFP Argentina
Publicaciones que aseguran que las vacunas contra el covid-19 modifican el genoma humano y, por lo tanto, quienes las reciben pasan a ser “propiedad” del laboratorio que patentó dicha modificación han sido compartidas más de 2.000 veces en redes sociales al menos desde principios de junio. Pero la afirmación es falsa: ni las vacunas alteran el ADN humano ni los vacunados “pertenecen” a los creadores de las vacunas.

“En el 2013 La Corte Suprema de los Estados Unidos dictaminó que no se puede patentar el ADN humano, porque era un producto de la Naturaleza” se lee en una entrada en Facebook. “Sin embargo al final del fallo se aprobó que si se llegara a cambiar el genoma humano como se está haciendo hoy mediante la inoculación de ARN Mensajero, entonces ese genoma puede patentarse y se clasifica como propiedad privada”.

“Los vacunados son propiedad de los laboratorios. No es conspiranoico, es real”, se lee en un tuit que cita el mismo fallo de la Corte Suprema de Estados Unidos y que afirma que quienes han recibido una vacuna contra el covid-19 están “técnicamente ‘patentados’”, son “transhumanos” por definición y podrían “perder acceso a los derechos humanos”.

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Captura de pantalla de una publicación en Facebook hecha el 6 de julio de 2021

En un video ya verificado por AFP Factual, la médica argentina Chinda Brandolino hace la misma afirmación, pero asegura que las vacunas que “patentan” a sus receptores son las basadas en vectores de adenovirus.

Algunos medios que han difundido desinformación a lo largo de la pandemia también han replicado esta teoría (1, 2).

Las vacunas no modifican el genoma humano

Las publicaciones virales parten de la creencia de que las vacunas de ARN mensajero (ARNm), como la Moderna y la Pfizer/BioNTech, y las basadas en vectores de adenovirus, como la Sputnik V y la Oxford/AstraZeneca, modifican el genoma. Esto no es cierto en ningún caso.

El objetivo de ambos tipos de vacunas es que las células sinteticen la proteína "espiga" que se encuentra en la superficie del SARS-CoV-2 para que el sistema inmunológico genere anticuerpos con los que podrá defenderse ante un nuevo encuentro con el patógeno.

En el caso de las vacunas de ARNm, el proceso de creación de la proteína espiga se lleva a cabo en el citoplasma de la célula, no en el núcleo, que es donde está alojado el ADN.

La genetista Jaen Oliveri, docente de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, Argentina, explicó a AFP Factual que el ARNm, por definición, “no se introduce en el genoma”.

La especialista detalló que estas vacunas aprovechan el proceso natural que usan las células para producir proteínas. “En las vacunas, el ANRm hace lo que habitualmente hace y no lo que es biológicamente imposible. En este caso, expresa una proteína del coronavirus que será reconocida por las células inmunitarias para crear anticuerpos”.

En el caso de las vacunas con vectores de adenovirus, “estos no tienen capacidad integrativa, es decir, no se incorporan al genoma sino que se mantienen en una estructura que se conoce como forma episomal”, explicó Federico Prada, director del Decanato de la Facultad de Ingeniería y Ciencias - UADE, Argentina. “Decir que la utilización de estos vectores supone una modificación o manipulación del genoma es erróneo”, concluyó.

AFP Factual ya ha verificado como falsas varias publicaciones virales que aseguran que las vacunas contra el covid-19 modifican el genoma, incidirán en la descendencia de las personas y provocan infertilidad.

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Una mujer recibe una dosis de la vacuna de ARNm Moderna en Asunción, Paraguay, el 6 de julio de 2021 ( AFP / Norberto Duarte)

¿Transhumanos, patentados y sin derechos?

La doctora María Victoria Sánchez, investigadora del Laboratorio de inmunología y desarrollo de vacunas de IMBECU-CCT-CONICET, Argentina, descartó que los laboratorios se “adueñen” de las personas tras vacunarlas, afirmación que encontró absurda.

“Las empresas sí tienen la patente de su vacuna”, dijo a la AFP. Esto, sin embargo, no significa que “patenten” o “tomen posesión” de quienes las reciben.

Para respaldar la afirmación de que los vacunados “pertenecen” a los laboratorios, las publicaciones virales aluden al caso Association for Molecular Pathology v. Myriad Genetics, Inc.

A partir de ese pleito, la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos dictaminó en 2013 que un gen natural (en el caso del litigio, el gen BRCA) no era patentable, ya que se encontraba en la naturaleza. En cambio, sí permitió que un nuevo gen complementario del ADN, el ADNc, desarrollado mediante procesos de laboratorio, fuese patentado.

Pero ese caso no hace alusión alguna al patentamiento de seres humanos ni establece que quienes reciben vacunas de ARN mensajero o de vectores de adenovirus pasan a ser propiedad de los fabricantes.

El derecho internacional no dice nada acerca de la pertenencia del vacunado al laboratorio o laboratorios que tienen la patente de la vacuna. La Declaración Universal de los Derechos Humanos tampoco hace referencia a un supuesto recorte de derechos de la persona vacunada o la “persona transhumana”, como afirman algunas entradas en redes sociales.

AFP Factual consultó al profesor Joseph Carvalko, presidente del Grupo de trabajo sobre Tecnología y Ética del Centro Interdisciplinario de Bioética de la Universidad de Yale, quien ha escrito extensamente sobre patentabilidad y transhumanismo (1, 2).

Carvalko explicó que, a diferencia de lo que sugieren las publicaciones virales, un ser humano no se puede “patentar”: “La legislación estadounidense prohíbe las patentes sobre organismos humanos, fetos y embriones (...) Pero nada restringe categóricamente el patentamiento de procesos o productos de ingeniería genética”.

Esto no significa, no obstante, que las personas vacunadas sean propiedad del dueño de la patente de una vacuna producida mediante ingeniería genética, como las de ARN mensajero. Al igual que la doctora Sánchez, Carvalko dijo desconocer casos en la historia humana en los que una persona a la que se le ha hecho una intervención medicamentosa se convierta en “propiedad” del titular de su patente.

“Las patentes solo son útiles si el propietario puede impedir que otros fabriquen, utilicen o vendan, es decir, empleen el artículo patentado”, explicó. Y dicho artículo patentado refiere a los componentes de la vacuna, no a la persona que la recibe.

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