El “lavado de imagen verde”, el nuevo campo de batalla de la desinformación sobre el clima
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- Publicado el 22 de julio de 2022 a las 12:30
- 9 minutos de lectura
- Por Roland LLOYD PARRY, AFP Francia, AFP Estados Unidos, AFP España
- Traducción y adaptación: Sonia GONZALEZ
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Los detractores de esta práctica, conocida también por el término anglosajón “greenwashing”, consideran que estos mensajes “verdes” buscan disimular la actividad fundamental de empresas contaminantes, aun a sabiendas de que el impacto de las energías fósiles en el cambio climático está ampliamente documentado.
Las emisiones netas cero
El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (GIEC) de la ONU explica que las emisiones de gases de efecto invernadero deben reducirse al cero neto para 2050, para respetar el límite de 1,5 ºC de aumento de las temperaturas respecto de la era preindustrial establecido en el Acuerdo de París, lo que, en teoría, permitiría evitar las peores consecuencias medioambientales del cambio climático.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) publicó en 2021 una hoja de ruta para la transición hacia fuentes de energía no fósiles para lograr ese objetivo. Uno de los principales medios es “no invertir en nuevos proyectos de abastecimiento de combustibles fósiles”.
A pesar de eso, grandes bancos han financiado con miles de millones de dólares empresas que extraen petróleo y gas, según un análisis de la organización ShareAction, especializada en la vigilancia de inversiones éticas.
Y no solo bancos: muchas firmas que asumieron el compromiso siguen defendiendo los combustibles fósiles, según investigadores.
Activistas climáticos y expertos especializados destacan la diferencia entre el discurso “verde” y las acciones reales.
Preguntados por la AFP, ExxonMobil y Chevron se justificaron diciendo que los escenarios previstos por el Acuerdo de París y por la AIE entienden que los combustibles fósiles desempeñarán un papel durante la transición, junto a las nuevas fuentes de energía renovables.
La siguiente comparación de imágenes muestra un ejemplo de esa práctica, por parte de la compañía energética británica BP: en una publicación en Facebook (izq.) asegura que “las empresas que se están transformando para ser más sostenibles permiten alcanzar los objetivos del Acuerdo de París más rápidamente, gracias a su tamaño y sus recursos”, mientras en otra de Sudáfrica anima a llenar el depósito de combustible para participar en un concurso.
BP no respondió a las preguntas de la AFP sobre esta cuestión.
Otro ejemplo en la misma red social es el de la francesa TotalEnergies: en una entrada de febrero de 2022 (izq.) afirma “participar en la descarbonización del transporte por carretera”, mientras en su página para Marruecos sortea cada semana “un año de carburante” gratis.
Al ser contactada para este artículo, TotalEnergies se refirió al discurso de su director general, Patrick Pouyanné, en la asamblea general de accionistas de mayo de 2022, en la que detalló el plan de la empresa para alcanzar un nivel de emisiones netas cero para 2050: “Este enfoque no es una ilusión ni un ejercicio de ‘greenwashing’, está anclado en objetivos cuantificables de reducción de nuestras emisiones de gas de efecto invernadero”, dijo.
Pingüinos y petróleo
La clave para identificar el lavado de imagen verde es observar cuánto difieren las acciones de las empresas de las normas que los científicos consideran necesarias para reducir realmente las emisiones, explicó a la AFP la activista e investigadora estadounidense Genevieve Guenther.
Greenpeace señala que las empresas recurren a “afirmaciones audaces, imágenes inspiradas en la naturaleza y palabras ‘verdes’ de moda” mientras “ignoran otras cuestiones medioambientales más importantes”.
El observatorio Eco-Bot.net, cuyo objetivo es “desvelar la desinformación en torno al cambio climático y al ‘greenwashing’ de las empresas durante la COP26”, celebrada en 2021, apunta por su parte a la comunicación que “presenta acciones simbólicas para construir una imagen de marca simpática”. La organización identificó anuncios y mensajes en redes sociales sobre la protección de los gusanos de seda (de la empresa mexicana Cemex), de las ranas (la gasística TransCanada), de los pingüinos (la brasileña Petrobras), de los bosques (la española Repsol, entre otras) y un mensaje del gigante estadounidense ExxonMobil sobre el reciclaje de redes de pesca en la Patagonia chilena.
Zona gris
Este tipo de mensajes suele escapar al trabajo de verificación de la información (fact-checking) tradicional, señalaron varios de los expertos consultados por la AFP.
“La impostura ecológica es una forma mucho más compleja de desinformación”, no se puede calificar como “verdadera” o “falsa”, apuntó Melissa Aronczyk, profesora de Comunicación asociada a la Universidad Rutgers de Nueva Jersey y coautora de varios estudios sobre el tema.
Emmanuel Vincent, fundador del sitio de verificación especializado en cuestiones climáticas Climate Feedback, coincidió y destacó que el “greenwashing” se encuentra en una “zona gris” para la verificación.
La propia naturaleza de las actividades de “lavado de imagen verde” hace que estas sean “difíciles de identificar”, añadió Aronczyk. “Si una empresa dice que está avanzando hacia las emisiones netas cero o que lucha contra el cambio climático con vehículos eléctricos (...), ¿cómo puede alguien investigarlo o rebatirlo?”.
Impacto y retraso
Según activistas climáticos, la promoción de consignas ambientalistas tranquilizadoras (como las iniciativas de las empresas sobre la protección de la fauna local) y los planes de acción con una utilidad limitada socavan el trabajo que debe llevarse a cabo para poner coto al cambio climático.
“Este ‘blanqueamiento ecológico’ es fundamentalmente una táctica que busca retrasar la regulación gubernamental. También puede engañar al público, al convencerlo que ya se han tomado medidas a favor del clima cuando las ‘Big Oil’ [las grandes compañías petroleras] siguen presionando para que haya nuevas explotaciones petroleras y gasísticas”, considera Faye Holder, directora de programa en InfluenceMap.
Este grupo de reflexión ha analizado miles de documentos para evaluar los mensajes de las empresas energéticas en redes sociales y compararlos con sus acciones.
“Hemos visto que las grandes petroleras usan diferentes estrategias de mensajes públicos para intentar calmar las preocupaciones” sobre el cambio climático, explicó Holder.
Un estudio publicado en febrero de 2022 por la revista científica PLOS One analizó también la diferencia entre las palabras y los actos sobre el cambio climático de cuatro multinacionales energéticas: BP, Shell, ExxonMobil y Chevron.
Sus estrategias “verdes” están “dominadas por las promesas más que por las acciones concretas”, concluye el estudio, cuya autora principal es Mei Li, de la Universidad Tohoku de Japón.
Contactadas por la AFP, estas empresas detallaron los esfuerzos que llevan a cabo en materia climática: energías alternativas, captura y almacenamiento del carbono.
ExxonMobil y Chevron destacaron sus medidas a favor del clima en varios informes. Shell subrayó su objetivo de emisiones netas cero y sus políticas de transición. BP no respondió a la solicitud de la AFP (su estrategia climática es accesible aquí).
El “lavado de imagen verde”, ante la justicia
La empresa francesa TotalEnergies ha dirigido parte de su producción hacia el gas, una energía criticada por los activistas pero considerada una forma de garantizar la transición hacia las energías limpias, ya que emite menos gases de efecto invernadero que el carbón y el petróleo.
Eso no ha impedido que haya sido llevada ante la justicia por “prácticas comerciales engañosas” por oenegés al presentar sus productos en una campaña en medios e internet en 2021. Ponen en duda su ambición declarada de neutralidad de carbono para 2050 y que presente el gas como la energía fósil “más limpia”.
“TotalEnergies lleva a cabo su estrategia de forma concreta (inversiones, nuevos oficios, reducción significativa de gases de efecto invernadero…) y está en línea con los objetivos que la empresa se fijó para alcanzar la neutralidad de carbono en 2050”, respondió una portavoz del grupo petrolero. “Así que es falso decir que nuestra estrategia es ‘greenwashing’”, dijo a la AFP.
En Estados Unidos, la ciudad de Nueva York lanzó en 2021 una acción judicial parecida contra ExxonMobil, Shell, BP y el American Petroleum Institute (API), un poderoso grupo de presión, acusados de “engañar intencional y sistemáticamente a los neoyorquinos” con su publicidad.
Grupos de presión
Según los activistas por el clima, los vínculos entre estas empresas y los grupos de presión (conocidos como “lobbies”) favorables a las energías fósiles demuestran la naturaleza ambivalente de su comunicación pública en materia de energía y de cambio climático.
Un análisis de InfluenceMap mostró que las cinco mayores empresas petroleras y gasísticas que cotizan en bolsa gastaron 1.000 millones de dólares para promover mensajes “engañosos” sobre el clima a través “la imagen de marca y actividades de presión” en los tres años posteriores a la firma del Acuerdo de París.
En Estados Unidos, una comisión dirigida por los demócratas puso a prueba a grandes empresas al solicitar que sus dirigentes declararan sobre sus actividades de presión.
“Por un lado, se comportan como si actuaran de conformidad con estos importantes objetivos en materia de cambio climático. Por otro, crean grupos de presión para trasladar un mensaje que va directamente en el sentido contrario de estos objetivos”, declaró el diputado demócrata John Sarbanes en una audiencia de la comisión el 8 de febrero de 2022.
“Gran parte de las actividades de presión fue realizada de forma indirecta, inteligente, hábil y cínica por grupos comerciales industriales formados por estas empresas”, dijo Sarbanes ante la comisión.
En un reportaje emitido por la cadena pública británica Channel 4 News en 2021, un lobista que trabajó para ExxonMobil fue grabado mientras admitía, durante una entrevista con activistas de Greenpeace que se hacían pasar por cazatalentos, que había “luchado de forma muy activa contra ciertos datos científicos” para “proteger [sus] inversiones”.
Los montos que los grupos de combustibles fósiles gastan en acciones de cabildeo federal en Estados Unidos y ante las instituciones europeas en Bruselas son públicos y consultables. Pero las cantidades declaradas son insignificantes en comparación con los montos globales que las empresas dedican a publicidad, relaciones públicas y otras formas de influencia, según estudios realizados por investigadores como Aronczyk.
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