Un ciudadano británico recibe una dosis de la vacuna Pfizer/BioNTech contra el covid-19 en el Hospital de la Universidad de Croydon, en Inglaterra, el 8 de diciembre de 2020. (Dan Charity/AFP)

Comparar las vacunas para el covid-19 con la investigación para evitar el sida y el cáncer es falaz

  • Este artículo data de hace más de un año.
  • Publicado el 10 de diciembre de 2020 a las 19:28
  • Modificado el 10 de diciembre de 2020 a las 21:25
  • 7 minutos de lectura
  • Por Rémi BANET, Ana PRIETO
  • Traducción y adaptación: AFP Argentina
Publicaciones compartidas más de 5.400 veces en redes sociales desde el 4 de diciembre cuestionan las vacunas para prevenir el covid-19, en tanto fueron fabricadas “en tres meses”, mientras que aún no hay vacunas para el sida o el cáncer. Pero las vacunas contra el covid-19 no solo no fueron fabricadas “en tres meses”, sino que establecer un paralelismo con los tratamientos preventivos para el cáncer y el sida es falaz, ya que se trata de enfermedades muy diferentes.

“50 años buscando una vacuna para el #Sida 100 para el #Cancer y la del covid ya salió en 3 meses? RARO”, se lee en un meme compartido ampliamente en Facebook (1, 2, 3). La publicación incluye el fotomontaje de un bebé llorando al que se le están aplicando seis inyecciones a la vez, rematado por la inscripción: “Vacunación. El genocidio silencioso. Nuevo orden mundial".

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Captura de pantalla de una publicación en Facebook realizada el 9 de diciembre de 2020

Se viralizó asimismo otro meme (1, 2) y el comentario de un usuario argumentando algo similar: que no hay vacunas contra el sida ni contra el cáncer, y que el hecho de que ya existe una vacuna para prevenir el covid-19 significa que “nos dejamos engañar” con facilidad.

Afirmaciones similares también circularon en francés.

Las publicaciones virales destacan una realidad: la carrera por la vacuna contra el covid-19 se ha llevado a cabo a una velocidad sin precedentes, pero no “en tres meses”, como se afirma en muchas de las publicaciones. Tras la secuenciación genética del nuevo coronavirus en enero pasado, las investigaciones para crear una vacuna comenzaron en febrero de 2020. Hasta la aprobación de la primera vacuna, la de Pfizer/BioNTech, pasaron 10 meses.

"Nunca en la historia la investigación de las vacunas ha progresado tan rápidamente", declaró el director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom, a fines de noviembre.

En efecto, desde el 9 de noviembre, cuatro fabricantes han anunciado que su vacuna es eficaz para prevenir la enfermedad: Pfizer/BioNTech, Moderna, la alianza británica AstraZeneca/Universidad de Oxford, y el instituto estatal Gamaleïa de Rusia.

Aunque todavía en fase III, la vacuna rusa Sputnik V comenzó a aplicarse en Moscú el 5 de diciembre, mientras que la de Pfizer/BioNTech, ya aprobada, comenzó a aplicarse en Reino Unido el 8 de diciembre. 

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Las publicaciones virales, que llaman a desconfiar de las vacunas para prevenir el covid-19 en tanto no existen a la fecha vacunas contra el sida y el cáncer plantean, sin embargo, una falsa dicotomía.

Covid-19 y sida: una comparación falaz

Comparar "enfermedades tan diferentes" de esta manera es "estúpido", dijo a la AFP el profesor Jean-Daniel Lelièvre, jefe del departamento de inmunología clínica del Hospital Universitario Henri Mondor y responsable de investigación clínica en el Instituto de Investigación de Vacunas de Francia.

¿Por qué la investigación de la vacuna covid-19 ha progresado tan rápidamente, cuando casi cuatro décadas de investigación no han sido suficientes para encontrar una vacuna eficaz contra el VIH?

“Es bastante simple: básicamente tenemos vacunas para enfermedades curables, es decir, para enfermedades contra las que el cuerpo crea una respuesta inmune. Con el sarampión, la influenza, la hepatitis B, se crea una inmunidad natural. En el caso del SARS-CoV-2, la cura supone la generación de anticuerpos contra el SARS-CoV-2. Así, con la vacuna reproducimos lo que hace la naturaleza, ya que sabemos exactamente cómo se defiende el organismo humano frente a este virus”, explicó el profesor Lelièvre.

"Ahora, en enfermedades infecciosas complejas, como la causada por el VIH, la persona no se cura. La respuesta inmune al VIH no ocurre, es incompleta. El VIH destruye el sistema inmunológico. Por eso no es posible hacer un paralelismo entre el VIH y el SARS-CoV-2”, agregó.

"El virus del sida es muy inestable, muta mucho, y ese no es el caso del SARS-CoV-2", dijo por su parte a la AFP Serawit Bruck-Landais, directora del Centro de Investigación y Calidad en Salud de Sidaction, quien señaló que “existen varios subtipos de VIH circulando, muy diferentes entre sí, mientras que para el SARS-CoV-2 existen, por el momento, como máximo, dos subtipos no muy diferentes uno del otro".

¿Vacunas contra el cáncer?

Las publicaciones virales aseguran que no existen vacunas contra el cáncer. Esto es impreciso. Hay tipos de cáncer para los que sí se han desarrollado vacunas, como apunta el sitio de la American Cancer Society.

Como se explica en esta entrada, hay vacunas que ayudan a prevenir el cáncer causado por virus, como el del papiloma humano (VPH). La American Cancer Society establece que “vacunar a los niños y a ciertos jóvenes adultos contra el VPH ayuda a proteger contra el cáncer de cuello uterino y otros cinco tipos de cáncer”.

Otra vacuna preventiva es la de la hepatitis B (VHB). “Las personas que tienen infecciones crónicas (a largo plazo) por este virus tienen un mayor riesgo de padecer cáncer de hígado. Recibir la vacuna para ayudar a prevenir la infección por el VHB puede reducir el riesgo de que algunas personas padezcan cáncer de hígado.”

Sin embargo, “no todos los tumores están relacionados con una infección viral por lo que una vacuna no puede prevenirlos”, dijo a AFP Factual el oncólogo clínico argentino Tomás Soulé. “El melanoma, por ejemplo, tiene una clara relación con la exposición solar y no hay una vacuna que lo prevenga. La prevención consiste en evitar la exposición al sol. El cáncer de pulmón y el de vejiga están relacionados con el tabaco, y una vacuna tampoco puede prevenirlos”.

Según se lee en el sitio de Cancer Treatment Centers of America, “decenas de cánceres son causados por una multitud de mutaciones genéticas, por lo que es probable que sea imposible desarrollar una vacuna para atacar todas las posibles mutaciones”. Y dado que las células cancerosas “son células del propio cuerpo que se han vuelto rebeldes, muchas células cancerosas pueden esconderse a simple vista del sistema inmunológico. Es por eso que, incluso cuando el sistema inmunológico es estimulado por ciertos medicamentos, no siempre sabe qué objetivos atacar”.

Soulé concuerda: “El cáncer no es una sola enfermedad, es un conjunto de enfermedades”. “Toda enfermedad oncológica es una enfermedad genética en la que hay una mutación, un error en el ADN, que hace que una célula crezca más de lo normal o se muera menos de lo normal. Esa alteración molecular muy pocas veces es única. Esto significa que no hay un solo mecanismo para desarrollar un tumor, sino múltiples mecanismos genéticos, y no hay una ‘llave’ que solucione todo el problema”.

Rapidez en el desarrollo de vacunas contra el covid-19

Las cuatro vacunas que al 9 de diciembre habían comunicado su éxito para prevenir el covid-19 son novedosas en cuanto fueron fabricadas mediante ingeniería genética. Son vacunas que, para lograr que el cuerpo humano elabore una respuesta de defensa contra el virus, solo necesitan reproducir e inocular material genético del virus y no el virus en sí, como ocurre con las vacunas clásicas hechas en base a virus inactivados o atenuados.

Tanto las vacunas hechas a base de ARN mensajero (Moderna y Pfizer/BioNTech) como las hechas a base de vectores de adenovirus (Gamaleïa y AztraZeneca/Universidad de Oxford) tienen el objetivo de lograr que nuestro cuerpo fabrique una proteína de SARS-CoV-2.

“Esa nueva proteína extraña será reconocida por nuestro sistema inmunológico, que ‘montará’ lo que se llama una respuesta inmune de memoria”, dijo a AFP Factual la doctora María Victoria Sánchez, investigadora del Laboratorio de inmunología y desarrollo de vacunas de IMBECU-CCT-CONICET, Argentina. “Cuando hay un nuevo encuentro con el patógeno, esa respuesta inmune será capaz de reconocerlo y lo atacará más eficientemente”, explicó.

Por su naturaleza, estas vacunas facilitan su fabricación rápida y a gran escala. Además, el SARS-CoV-2 "no es muy diferente del MERS-CoV y el SARS-CoV-1", que provocaron una epidemia en el sudeste asiático en 2003, señaló el profesor Lelièvre. "Habíamos llevado adelante toda una investigación para la vacuna del SARS-CoV-1. Llegó hasta los ensayos de fase 1, pero la enfermedad se detuvo, por lo que no llegamos a los ensayos de fase 3. Desde el punto de vista de las vacunas, estábamos en un mundo ideal, porque es un virus nuevo, pero muy cercano al otro, del que teníamos todo el conocimiento”, explicó. Si el SARS-CoV-2 hubiera aparecido a principios de la década de 1980, como el VIH, la investigación de vacunas "habría llevado mucho más tiempo", dijo.

En conclusión, comparar el desarrollo de las vacunas para prevenir el covid-19 con las investigaciones para prevenir el sida y el cáncer es falaz. Se trata de enfermedades muy diferentes. A diferencia del SARS-CoV-2, el VIH es altamente inestable y ataca al propio sistema inmunitario, con lo que la respuesta de éste a la enfermedad es incompleta. En el caso del cáncer, existen vacunas para prevenir algunos tipos de la enfermedad ocasionados por virus, pero otros tipos no admiten un tratamiento preventivo con vacunas.

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