El óxido de grafeno no es un componente de las vacunas contra el covid-19
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- Publicado el 26 de julio de 2021 a las 23:18
- 5 minutos de lectura
- Por Ana PRIETO, AFP Argentina
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“Confirmado también por el equipo de andreas Kalcker , ÓXIDO DE GRAFENO EN TODAS LAS VACUNAS”, se lee en varias entradas en Facebook (1, 2, 3) que adjuntan un video de poco más de dos minutos de duración.
En la secuencia, Insignares afirma que “alguien” de su grupo de investigación confirmó que todas las vacunas para prevenir el covid-19 contienen óxido de grafeno.
Kalcker, por su parte, asegura que dicho componente “altera completamente el campo electromagnético” de las personas, ocasionando espasmos seguidos de muerte.
El mismo video también circula en Twitter (1, 2), Instagram y Telegram (1, 2).
Dos cuestionados “científicos”
Andreas Kalcker se presenta a sí mismo como “investigador biofísico”. Oriundo de Alemania, se dedica a promover el consumo de dióxido de cloro para tratar múltiples enfermedades, incluyendo el covid-19. Sostiene, además, que las vacunas son “el fraude médico más grande de la historia” y asegura que un protocolo de su invención puede “curar” el autismo.
Kalcker ha sido objeto de varias investigaciones y denuncias debido a sus tratamientos pseudocientíficos, tanto por la justicia española en 2019, como por el Colegio Oficial de Médicos de Alicante (COMA), en 2018. En enero de 2021, un fiscal federal argentino abrió una investigación penal en su contra por promover el consumo de dióxido de cloro.
La sustancia no solo no cura el covid-19 sino que su ingesta puede resultar fatal, como ya verificó AFP Factual en varias oportunidades (1, 2, 3).
De su lado, Eduardo Insignares es miembro de la llamada “Coalición Mundial por la Salud y la Vida” o Comusav, una organización que nació durante la pandemia de covid-19 y que tiene como misión promover el dióxido de cloro y “despertar la conciencia de todas las personas”.
Insignares se presenta como “Director mundial de investigaciones en LVWWG - Liechtensteiner Verein für Wissenschaft und Gesundheit” (“Asociación de Liechtenstein para la Ciencia y la Salud”). Una búsqueda en internet reveló que la supuesta institución sólo tiene existencia como sitio web, y la dirección que figura como su sede está ocupada por un hotel.
La Asociación invita a cualquier interesado a hacer una donación económica para “avanzar en la investigación que beneficiará a enfermedades anteriormente incurables”.
Los componentes de las vacunas no son secretos
Teorías acerca de "ingredientes" sospechosos o secretos en las inmunizaciones contra el coronavirus comenzaron a circular meses antes de la aprobación de emergencia de las primeras vacunas, en diciembre de 2020. Sin embargo, sus componentes no son secretos. Cualquier interesado puede consultar los de Pfizer, Moderna, AstraZeneca, Sputnik V o Sinopharm, por dar algunos ejemplos.
AFP Factual realizó una búsqueda en los componentes de dichas vacunas sin encontrar referencias al grafeno ni al óxido de grafeno.
A fines de mayo pasado comenzó a circular en redes sociales la afirmación falsa de que las vacunas contra el covid-19 tienen grafeno entre sus componentes, razón por la que las personas vacunadas mostrarían fenómenos de imantación.
Como ya verificó AFP Factual, ni las vacunas “magnetizan” a los individuos que las reciben ni contienen grafeno, un nanomaterial sin propiedades magnéticas naturales.
Después de la viralización de la versión del grafeno, comenzó a circular que, en realidad, las vacunas contienen “óxido de grafeno”, teoría que Andreas Kalcker y Eduardo Insignares respaldan en el video viral sin ofrecer ninguna prueba. De acuerdo con ellos, el óxido de grafeno afecta al corazón y el “campo electromagnético” de las personas, desencadenando “efectos dramáticos”, como espasmos seguidos de muerte.
“Estos espasmos tienen frecuencias muy concretas que indican claramente que hay una interrupción de los campos electromagnéticos humanos”, asegura Kalcker, sin dar mayores precisiones.
Ninguna vacuna del mercado contiene óxido de grafeno
El óxido de grafeno es un derivado del grafeno. Maurizio Prato, encargado de Salud y Medio Ambiente en la plataforma europea Graphene Flagship, dijo a la AFP que se trata de “una sustancia que puede tener hasta un 50-60% de oxígeno. La presencia de los átomos de oxígeno lleva a una estructura muy diferente a la del grafeno, que ha sido utilizado en baterías, sensores, tinta y más”.
El profesor Hong Byung-hee, experto en nanomateriales de la Universidad Nacional de Seúl, dijo a la AFP para esta verificación, publicada el 19 de julio pasado, que el óxido de grafeno "se está probando con fines biomédicos, incluso para vacunas, pero estas aplicaciones están todavía en fase experimental y aún hay una larga espera antes de que estén disponibles comercialmente tras los ensayos clínicos".
En efecto, Marcelo Mariscal, vicedecano de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina, e investigador principal del CONICET, especializado en nanotecnología, explicó a la AFP que “solo hay algunos reportes en bibliografía donde se ha utilizado óxido de grafeno como potencial adyuvante en vacunas”. Estos “se usan para mejorar la inmunogenicidad o capacidad para desencadenar una respuesta inmunológica. Se trata de estudios modelo en fases de ciencia básica, los cuales se encuentran aún alejados de una aplicación”.
Como apuntó Mariscal, el óxido de grafeno se utilizó como coadyuvante en la investigación de una vacuna intranasal contra la influenza, desarrollada por el Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad Estatal de Georgia, en Estados Unidos. Dicha vacuna, de momento, no ha sido desarrollada, testeada, aprobada ni comercializada.
Consultado por la AFP, el Dr. Park Jong-bo, investigador de la surcoreana Biographene, también confirmó que "ninguna vacuna disponible en el mercado está basada en óxido de grafeno".
Por último, Ignacio Ríos, cardiólogo del Hospital Británico de la Ciudad de Buenos Aires, dijo a AFP Factual que los dichos de Kalcker e Insignares respecto del efecto de las vacunas en el corazón son falsos. “Si así fuera, todas las personas que recibieron una vacuna morirían a los pocos días de la aplicación”, aseguró.
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