Dos votantes en Madrid durante las elecciones generales del 28 de abril de 2019 (Óscar Del Pozo / AFP)

En España cada elector tiene un voto, pero su peso proporcional difiere en el Congreso

  • Este artículo data de hace más de un año.
  • Publicado el 8 de junio de 2021 a las 17:55
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  • Por AFP España, Natalia SANGUINO
Dos tuits que preguntan “¿votariais a favor de cambiar la Ley electoral?” para establecer “UN ESPAÑOL = UN VOTO” fueron compartidos desde el 30 de mayo pasado por más de 7.000 usuarios en redes sociales. La ley electoral española parte de la premisa del sufragio universal y ya se cumple que cada ciudadano tiene derecho a un voto, pero la proporcionalidad no es directa en el Congreso de los Diputados. La mayoría de los escaños de la cámara baja del Parlamento se reparten mediante la fórmula D’Hondt, que prorratea los votos y beneficia a las provincias más pequeñas, explicaron expertos.

“Con esto tan sencillo, no tendríamos los problemas que tenemos ahora”, finalizan los dos tuits del 30 de mayo, que también fueron compartidos como imagen en Facebook.

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Captura de pantalla de un tuit, realizada el 2 de junio de 2021

El sistema electoral español

La conformación del sistema parlamentario español difiere según la cámara.

El Senado (cámara alta), con 265 senadores actualmente, es “de representación territorial. Cada provincia elige cuatro senadores, salvo las insulares, a quienes corresponden tres o uno, según su tamaño. Las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla eligen a dos senadores cada una. Además, cada Comunidad Autónoma (entidad administrativa que engloba una o varias provincias) elige un senador y otro más por cada millón de habitantes.

En el caso del Congreso de los Diputados (cámara baja) la Constitución establece que se conforma mediante “sufragio universal, libre, igual, directo y secreto”. Por tanto, “en las Elecciones a Cortes Generales pueden votar todos los españoles mayores de edad inscritos en el Censo Electoral”.

De los 350 diputados, 102 se reparten de forma fija entre las provincias (dos por provincia más uno por Ceuta y otro por Melilla). Los otros 248 se distribuyen en proporción a su población”. Para ello, se descartan las candidaturas que no lleguen al 3% de los votos válidos por cada circunscripción.

Aunque la Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LOREG) no lo menciona explícitamente, el reparto de escaños en el Congreso de los Diputados se basa en la fórmula D’Hondt y estos se ordenan de la siguiente manera:

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Captura de pantalla de la página electoral de la Comunidad de Madrid, con una simulación del método D’Hondt, realizada el 4 de junio de 2021

“Se vota por lista”, comentó a AFP Factual el profesor de Ciencia Política en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) Marc Sanjaume-Calvet, y los diputados “se eligen mediante un sistema proporcional” con esas listas “que ya vienen con su orden y su selección”.

La fórmula D’Hondt “consiste en ir dividiendo” el número de votos entre el número de escaños a repartir. “El que tiene un número más alto en esas divisiones va obteniendo el diputado que se va repartiendo”, comentó el profesor. El reparto, complejo, suele explicarse en los medios de comunicación españoles cada vez que se acercan comicios generales.

Cada español ya tiene derecho a un voto

“Hay un solo voto que se emite” por persona, recalcó Sanjaume-Calvet. De su lado, Ignacio Lago Peñas, profesor de Ciencia Política de la Universidad Pompeu-Fabra, coincidió: “Cada español un voto, por supuesto”.

Pero los especialistas advierten de que “siempre hay algún tipo de distorsión”, en palabras de Sanjaume-Calvet, a la hora de trasladar el voto a las cámaras. “Una persona, un voto es como un eslogan idealista de la Revolución Francesa”, consideró.

Durante la Transición tras la dictadura franquista había “un riesgo de volver a la inestabilidad política y eso no se quería”, explicó el profesor. El sistema actual “es un compromiso entre el aperturismo democrático de la época y el querer mantener una estabilidad política a cualquier precio”, evaluó Sanjaume-Calvet.

Lago Peñas explicó a AFP Factual que, decidido el número de 350 escaños en la cámara baja, los distritos electorales se establecieron con delimitaciones geográficas, “la manera más fácil, menos sospechosa, de tomar esta decisión”. “En España los distritos son las 50 provincias más Ceuta y Melilla”, ciudades autónomas limítrofes con Marruecos.

El siguiente paso fue definir cuántos diputados se eligen por distritos: las 50 provincias eligen un mínimo de dos diputados cada una y Ceuta y Melilla uno cada una, lo que suma 102 diputados. “Los restantes 248 [escaños] sí se reparten en función de la población que tenga cada uno de los distritos”, expuso Lago.

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El entonces presidente del Gobierno español, Adolfo Suárez (D), prepara su voto en un referéndum sobre el Proyecto de Ley para la Reforma Política, en Madrid el 15 de diciembre de 1976
(Archivos / AFP)

Este artículo del catedrático en ciencia política por la Universidad Autónoma de Madrid José Ramón Montero narra el proceso por el que los políticos españoles de la Transición decidieron cómo sería el nuevo sistema electoral. Todos los partidos de la época “rechazaron (...) la incorporación del sistema existente antes de la dictadura”, la Segunda República, porque “alimentó una fragmentación parlamentaria extrema y con ello la mayor inestabilidad gubernamental”.

Las negociaciones que llevaron al actual sistema electoral se produjeron desde enero de 1976 hasta diciembre de 1978, ratificadas en la Constitución y apuntaladas en la LOREG, según el artículo citado.

Fue entonces cuando se estableció el número de 350 escaños, “se confirmó la fórmula D’Hondt y se optó por el criterio de listas cerradas y bloqueadas”. El artículo 163 de la LOREG establece esa fórmula, “aunque sin nombrarla”.

Pero no todos los votos valen lo mismo

El profesor Lago estimó que en el reparto inicial de escaños “ya está el problema”, porque todas las circunscripciones parten con dos escaños, sean grandes o pequeñas, “muy pobladas o poco pobladas”. El artículo de Montero lo ejemplifica así: “Los distritos extremos que habitualmente sirven como referencia son Teruel, donde bastan alrededor de 36.500 electores para escoger un diputado, y Madrid, donde se necesitan unos 137.000”. Lago utiliza el ejemplo de Soria, otra provincia poco poblada, donde “un voto tiene más valor [en términos de representación parlamentaria] que en Madrid y ahí es donde se establece la discusión”.

“La gente en Soria o en Teruel, su voto vale más que en Madrid”, concedió Lago, preguntándose: “¿Eso es malo?”. En su opinión:

Si se cambiase a un sistema con proporción directa, según Lago, “cambiaría un poco [la composición del Congreso de los Diputados], sí, pero el resultado final no iba a cambiar” de forma considerable.

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El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, en el Congreso de los Diputados, en Madrid el 7 de enero de 2020
(Pierre-Philippe Marcou / AFP)

Lo que logra la aplicación de la fórmula en la mayoría del hemiciclo español es un sistema “bastante mayoritario”, según Sanjaume-Calvet, es decir, prima que un partido gane por mayoría en lugar de la fragmentación. En el proceso de la Transición, la “lógica de la construcción de la democracia española” hizo que “se buscara primero que hubiera mayorías más o menos estables y posteriormente significó que PSOE y PP [Partido Popular] después se pudieran turnar en el poder sin tener unas situaciones más complejas”. “Eso explica también que no haya habido nunca un gobierno de coalición en España” hasta el actual, entre Partido Socialista y Unidas Podemos.

“En España había un riesgo de volver a la inestabilidad política y eso no se quería” al diseñar el sistema electoral vigente, aunque “la oposición quería que fuera proporcional, que diera voz a todos los partidos, a los partidos minoritarios, etc”, señaló Sanjaume-Calvet. La Unión de Centro Democrático (UCD) gobernó durante la legislatura constituyente a partir de 1977.

La reforma del sistema electoral español estaba entre las peticiones de los “indignados” del 15M y las de Unidas Podemos, entre otros. Sobre las reglas actuales dijo el profesor Lago: “El que las quiere cambiar es el [partido] pequeño, que no puede, y el que las puede cambiar es el grande, que no quiere”.

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