La quitina de los insectos no es un compuesto que los vuelva peligrosos para el consumo humano

Si bien los humanos no digieren la quitina, un compuesto que se encuentra en los caparazones de los insectos, esto no implica que “no sean un alimento para los mamíferos”, como aseguran publicaciones compartidas miles de veces en redes sociales desde julio de 2022. Expertos y bibliografía científica consultados explican que este elemento es parte de la fibra dietética presente en crustáceos y en plantas de consumo habitual como el apio o la quinoa, y que aporta beneficios a la salud.

Las publicaciones, en Facebook (1, 2), Twitter (1, 2) y Telegram, aunque en distintos formatos (video, texto y foto o solo texto), comparten el mismo mensaje: “Los insectos contienen quitina que no puede ser procesada por nuestro intestino. Pero la quitina es un polisacárido que es muy apetecible para el cáncer, los parásitos, los hongos y casi todo lo que da enfermedades”. 

“La quitina es una parte de su construcción. También contienen esteroides metamórficos, especialmente ecdisterona. Esto no es un alimento para los mamíferos. Solo las aves pueden procesar los alimentos de los insectos en condiciones seguras. El aparato digestivo de las aves es completamente diferente al nuestro”, continúan.

“Ahora ya saben por qué quieren que comamos bichos”, concluyen algunas publicaciones, mientras otras directamente apuntan contra la “Agenda 2030”, un programa de las Naciones Unidas que se ha convertido en blanco de teorías conspirativas y desinformación.

En varias de las entradas se usa erróneamente el término “chitina”, por su parecido con el nombre en inglés para el mismo compuesto: “chitin”.

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Captura de pantalla de un tuit realizada el 17 de agosto de 2022

Publicaciones similares circulan también en portugués, francés e inglés.

Los insectos han sido consumidos por los humanos por miles de años, incluso en Occidente, y todavía se comen en algunas culturas.

Aunque existen riesgos potenciales para la salud asociados al consumo de insectos, el mensaje viralizado en redes sociales contiene varias afirmaciones inexactas, según los expertos entrevistados por el equipo de verificación de la AFP. 

Digestión de la quitina

La quitina es el segundo biopolímero más abundante en la Tierra después de la celulosa. Se encuentra en el caparazón de los insectos, pero también en los crustáceos, los hongos, las bacterias, las levaduras y las algas, y puede utilizarse como fertilizante, aditivo alimentario o con fines medicinales.

Mareike Janiak, autora de un artículo científico sobre los genes de las quitinasas (las enzimas que descomponen la quitina) publicado en 2018 en la revista Molecular Biology and Evolution, dijo a la AFP que aunque la quitina no era totalmente digerible, esto no la hacía peligrosa para la salud.

"Los biólogos han pensado durante mucho tiempo que los mamíferos no producen una enzima capaz de descomponer la quitina, pero eso no significa que un insecto no pueda ser procesado a través del intestino", subrayó en un correo electrónico en agosto de 2022.

Según Janiak, la quitina es similar a la celulosa que compone la pared celular de muchas plantas, que el cuerpo humano no puede descomponer porque carece de la enzima adecuada.

"Seguimos comiendo alimentos como el apio, y es saludable para nosotros", señaló la investigadora.

Aunque algunas partes de las verduras no son digeribles, la fibra insoluble que contienen es, sin embargo, beneficiosa.

"Nuestros intestinos extraen los nutrientes de las verduras y eliminan la fibra no digerible, lo que permite que los alimentos se desplacen por nuestro tracto digestivo y que las heces sean saludables", explicó Janiak. "La falta de fibra insoluble puede causar estreñimiento, por ejemplo".

El trabajo de Janiak ha demostrado que los primates -el orden de los mamíferos al que pertenece el ser humano-, como los ratones y los murciélagos insectívoros, pueden beneficiarse de una enzima específica que les permite digerir la quitina contenida en los exoesqueletos de los insectos, lo que les proporciona un importante aporte de nutrientes.

"Durante mucho tiempo, pensamos que la quitina era como la celulosa para los mamíferos: una fibra insoluble que pasaba por el intestino mientras la energía y los nutrientes se extraían del resto del insecto. Sin embargo, el descubrimiento de la enzima ‘quitinasa ácida de mamíferos’ en los estómagos de ratones y murciélagos ha puesto en tela de juicio esta suposición y sugiere firmemente que algunos mamíferos pueden realmente digerir la quitina", detalló la especialista.

Y añadió: "Los humanos, como muchos otros primates, tienen un gen funcional para esta enzima, por lo que es posible que podamos procesar realmente la quitina en nuestro intestino. Dicho esto, incluso si no pudiéramos, la quitina simplemente pasaría por nuestro cuerpo, al igual que la celulosa del apio y otras verduras”.

Por otra parte, una revisión bibliográfica publicada en 2021 en el Journal of Functional Foods afirma que "la quitina contiene el 90,6% del total de la fibra dietética y puede definirse como un componente alimentario funcional que aporta beneficios específicos a los alimentos, como la contribución a la salud del colon, la salud de las arterias coronarias y la reducción del colesterol, entre otros".

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Chapulines, guacamole, queso oaxaqueño y salsa de chile en el restaurante "Los Danzantes", en Ciudad de México, el 3 de octubre de 2016 (AFP / Omar Torres)

Ecdisterona

Según la publicación, los insectos contienen "esteroides metamórficos, especialmente la ecdisterona". Los ecdisteroides son las hormonas esteroides de los artrópodos, en los que regulan la muda, la metamorfosis y la reproducción. La ecdisterona puede utilizarse para mejorar el rendimiento deportivo y las investigaciones han demostrado que inhibe el crecimiento de las células cancerosas.

Para Dominique Bureau, profesor del Departamento de Biociencias Animales de la Universidad de Guelph, Canadá, es engañoso decir que estas moléculas son necesariamente perjudiciales, ya que "prácticamente todos los tejidos o alimentos derivados de animales contienen cantidades de hormonas esteroides".

"La leche, la carne, el hígado, etc., contienen hormonas. Los alimentos vegetales, como muchas semillas oleaginosas y legumbres, contienen precursores de hormonas esteroides (por ejemplo, fitoestrógenos como las isoflavonas de los productos de soja)", dijo Bureau a la AFP en un correo electrónico en agosto de 2022.

René Lafont, profesor del Instituto de Biología París-Seine de la Universidad de la Sorbona, Francia, sostuvo que si bien "estas moléculas están efectivamente presentes en pequeñas cantidades en los insectos", lo están "en cantidades mucho mayores en las plantas (fitoecdisteroides), en algunas de las que consumimos (espinacas, quinoa) y que representan en este caso cantidades mucho mayores de ecdisteroides".

"Estos compuestos no son tóxicos para los humanos e incluso tienen interesantes propiedades anabólicas y antidiabéticas", subrayó Lafont por correo electrónico a la AFP en agosto de 2022.

Decir que los insectos "no son un alimento para los mamíferos" es "categóricamente falso", afirmó Janiak. Mamíferos como los osos hormigueros, las musarañas y los armadillos se alimentan de ellos, algunos casi exclusivamente, explicó.

Además, señaló: "Muchos primates comen insectos, incluidos muchos monos pequeños (monos capuchinos, monos ardilla, tamarinos, etc.), tarsiers, pero también chimpancés, la especie más cercana a la nuestra”. 

Nutrición y riesgos para la salud

Un estudio publicado en 2020 en la revista NFS Journal concluyó que la calidad nutricional de los insectos comestibles es "equivalente y a veces superior a la de los alimentos de otro origen animal".

"Esto y el hecho de que los insectos comestibles tienen una tasa de crecimiento más rápida, una alta eficiencia de conversión alimenticia y requieren menos recursos para criar en comparación con el ganado, deberían convertirlos en una fuente de alimentos de calidad más atractiva, especialmente para las poblaciones rurales pobres de los países en desarrollo", dice el informe.

Sin embargo, también señala que si bien el consumo de insectos puede considerarse seguro en los países en los que se practica la entomofagia -el consumo de insectos por parte de los seres humanos-, "no es así en la mayoría de los países desarrollados, donde la mayoría de los consumidores están preocupados por su seguridad y, por tanto, son reacios a incluirlos en su dieta".

"La literatura científica sobre los aspectos sanitarios de los insectos comestibles es limitada. Por lo tanto, es necesario investigar más para conocer los riesgos asociados a su consumo con el fin de salvaguardar la salud de los consumidores", concluye el estudio.

El consumo de insectos se promueve como una forma de aumentar el suministro de alimentos de manera sostenible frente al calentamiento global. Sin embargo, un reciente informe de la agencia de la ONU para la alimentación y la agricultura, la FAO, advierte que deben garantizarse buenas condiciones sanitarias en la producción y el consumo de insectos comestibles.

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El informe señala que los riesgos pueden ser mayores en el caso de los insectos silvestres que se comen crudos, y que las personas alérgicas a los mariscos no deben comer ciertos insectos.

Un artículo de la famosa Guía Michelin de la Buena Mesa recomienda, como con cualquier otro alimento, conocer el origen de los insectos y cocinarlos bien antes de comerlos.

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