La proteína spike generada a través de las vacunas contra el covid-19 no es una toxina
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- Publicado el 9 de diciembre de 2021 a las 17:49
- 6 minutos de lectura
- Por Saladin SALEM, Ana PRIETO, AFP Alemania, AFP Argentina
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"La proteína de la espiga es uno de los venenos más sofisticados jamás producidos por el hombre. Y el objetivo de esta toxina es matar a miles de millones de personas sin que nadie se dé cuenta. Así que es un veneno con una agenda", se lee en una publicación que circula en Facebook (1, 2), Twitter (1) y Telegram (1).
“Las muertes que supuestamente se producen tras la ‘vacunación’ nunca se atribuirán al veneno (...). Es un veneno contenido en un proyecto: la Agenda 2030”, continúa el texto, atribuido a Chetty, quien en su perfil de LinkedIn se presenta como biólogo y médico generalista.
La misma afirmación ha circulado en francés y alemán, y fue extraída de una presentación en video hecha por Chetty originalmente en inglés que circula en portales y redes sociales desde principios de noviembre de 2021.
La proteína spike y las vacunas de ARN mensajero
La proteína spike, también conocida como proteína S o espiga, permite que el virus SARS-CoV-2 se adhiera a una célula huésped y entre en ella. También es la proteína que le da la forma de "corona" al coronavirus.
La proteína es fundamental en el funcionamiento de las vacunas de ARN mensajero (ARNm) contra el covid-19. Estas no contienen la proteína en sí, sino un “manual de instrucciones” genéticas para que pueda ser producida por nuestro organismo.
A la fecha se han desarrollado dos vacunas que utilizan ARNm para generar una respuesta inmunitaria contra la enfermedad: la desarrollada por la empresa de biotecnología Moderna y el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID) de Estados Unidos, y la de Pfizer/BioNTech, del laboratorio alemán BioNTech y la firma estadounidense Pfizer.
En la animación a continuación se detalla el funcionamiento de estas vacunas:
Desde que las vacunas de ARNm se encontraban en sus primeras fases clínicas han sido objeto de información falsa. Se ha dicho, por ejemplo, que provocan infertilidad, que modifican el genoma y que disminuyen la longevidad. Todas esas afirmaciones ya fueron verificadas por AFP Factual.
¿Una toxina?
De acuerdo con la publicación que circula en redes, la proteína espiga generada a través de las vacunas de ARNm es una “toxina” cuyo objetivo es matar a “miles de millones de personas sin que nadie se dé cuenta”. También se la compara con “un veneno sofisticado”.
“Eso es totalmente erróneo”, dijo a AFP Factual la doctora María Victoria Sánchez, investigadora del Laboratorio de inmunología y desarrollo de vacunas de IMBECU-CCT-CONICET, Argentina. “No tiene sustento alguno: es un invento para causar miedo y desconfianza en las vacunas que mayor efectividad ha demostrado tener”, añadió.
La especialista explicó que las vacunas de ARNm contra el covid-19 no tienen otra función que llevar instrucciones para que las células fabriquen la proteína spike del nuevo coronavirus. Una vez fabricada, nuestro sistema inmunológico la reconocerá como “extraña”, induciendo una respuesta de defensa, explicó.
Daniel Dunia, director de investigación del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) de Francia, coincide: "La vacuna de ARN mensajero se inyecta localmente en el músculo y la expresión de la proteína spike se limita a las células a las que se dirige inicialmente para desencadenar la respuesta inmunitaria. El ARNm es inestable y se degrada rápidamente", dijo a la AFP en esta verificación.
“A diferencia de un caso de infección por SARS-CoV-2, la proteína S producida tras la vacunación no se multiplica. Las células musculares la producen principalmente a nivel local y solo durante un breve periodo de tiempo, tras el cual el organismo la descompone", explicó a su vez Peter Murray, director del grupo de investigación sobre regulación inmunitaria del Instituto Max Planck de Investigación Biológica de Alemania.
Además, si fuese cierto lo que dice el doctor Shankara Chetty, los daños supuestamente causados por la proteína spike ya deberían haberse visto en personas vacunadas en todo el mundo. “La acumulación y los efectos adversos resultantes deberían haber comenzado poco después de la vacunación, cuando la concentración de ARNm y la consiguiente producción de esa proteína es alta”, consideró el virólogo Frank Kirchhoff para la verificación citada.
Los primeros ensayos clínicos de las vacunas Pfizer y Moderna contra el covid-19 comenzaron en mayo de 2020, y la campaña masiva de vacunación dio inicio en Inglaterra y Estados Unidos en diciembre de ese año.
De acuerdo con datos del portal Our World in Data, al 6 de diciembre de 2021 se habían suministrado, solo en Estados Unidos, más de 270 millones de dosis de la vacuna Pfizer y más de 180 millones de dosis de Moderna.
Las “millones de muertes” anunciadas por Shankara Chetty no han ocurrido. Por el contrario, la tasa de mortalidad por covid-19 es menor entre los vacunados que entre los no vacunados, como se puede ver en el siguiente gráfico, limitado a Estados Unidos.
La Agenda 2030
De acuerdo con el texto viral, la supuesta letalidad de las vacunas de ARNm es parte de un “proyecto” de la “Agenda 2030”. Esto es falso.
La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible fue adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en septiembre de 2015 como un plan de acción para mejorar la calidad de vida de los habitantes del planeta. Desde el inicio de la pandemia, sin embargo, ha circulado desinformación respecto de esta iniciativa internacional.
AFP Factual ya ha verificado como falso que uno de los objetivos de la Agenda 2030 sea “implantar” microchips en los seres humanos, que busque “destruir la soberanía de los Estados” o que tenga la intención de “eliminar al 90% de la población” del mundo.
La Agenda 2030 marca 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) entre los que se encuentra la reducción de la pobreza, la reducción del hambre y la acción climática.
El informe de 2021 sobre los ODS destaca los progresos que se han logrado en el mundo en el ámbito de la salud materno infantil, el acceso a la electricidad y el aumento de la igualdad de género. Sin embargo, señala que esos avances se han visto contrarrestados por la creciente desigualdad, el deterioro del entorno natural y la inseguridad alimentaria, situaciones que empeoraron a raíz de la crisis del covid-19.
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